sábado, 4 de mayo de 2013

[Análisis] La Fuga de Deponia

Análisis de La Fuga de Deponia
(primer título de la trilogía Deponia)
Análisis escrito por Okubo


La Fuga de Deponia es la primera parte de una trilogía de aventuras ideada por Daedalic Entertainment, estudio alemán al que conocemos por juegos como el excelente A New Beginning o el preciosista The Whispered World. En esta ocasión los alemanes se acercan al género de la comedia disparatada que tantas alegrías nos ha dado a los aventureros en el pasado. En nuestro país, FX Interactive se ha encargado de proporcionarnos La Fuga de Deponia completamente traducido y doblado al castellano.

Rufus
En este primer capítulo de la trilogía de Deponia conoceremos a nuestro protagonista: Rufus. Se pueden decir muchas cosas del personaje principal del juego, aunque pocas de ellas son agradables. Rufus es un mamarracho, un aprovechado, un egocéntrico y un presumido. Es célebre por su escasa afición a la limpieza y por intentar materializar su deseo de salir de Deponia mediante los planes más disparatados que una mente tan peculiar como la suya puede concebir. Se trata, por tanto, de un protagonista de lo más adecuado para un juego en el que el humor absurdo y la risa floja estarán muy presentes. Rufus resulta ser un personaje de lo más divertido, en la línea de otros antihéroes protagonistas de famosas aventuras gráficas aunque sin llegar al nivel de éstos.


Toni
La primera vez que lo vemos, el bueno de Rufus se dedica a observar desde su ventana las montañas de chatarra y de desperdicios que forman el paisaje deponio mientras piensa la manera de escapar de allí y llegar hasta el Elíseo, el lugar en el que se dice que sólo habitan los ricos, poderosos y guapos. Deponia es efectivamente un gigantesco basurero en el que la maquinaria estropeada y los trastos inútiles se acumulan hasta llegar al horizonte. Sin embargo, sus habitantes han aprendido a ganarse la vida entre la basura e incluso han construido sus casas allí. Todos salvo Rufus, que no tiene trabajo ni casa propia y sobrevive parasitando a su ex-novia Toni. Rufus vive en casa de Toni para gran desesperación de la pobre muchacha, que no ve la manera de quitarse de encima a su insoportable ex.

La aventura comienza cuando nuestro protagonista se harta de vivir a costa de Toni y trata de llevar a cabo su enésimo intento para escapar de Deponia. Al contrario de lo sucedido en sus anteriores planes, en esta ocasión estará muy cerca de alcanzar el éxito. Rufus consigue enganchar una cápsula construida por él a un transbordador del Órganon, una organización similar a la policía o el ejército que se encarga de supervisar Deponia, con la intención de que esto le conduzca hasta el Elíseo. Las circunstancias harán que se encuentre con una situación inesperada que le obligará a recurrir a su altruismo (o más bien a lo que él entiende por altruismo, que no es lo mismo): en el transbordador se convierte en inesperado testigo de una discusión entre un oficial del Órganon y una chica elísea que termina con la caída de ésta a Deponia. Rufus saltará del transbordador en su rescate, aunque eso no significa que haya renunciado ni lo más mínimo a su intención de escapar de Deponia sea como sea.


Así comienza La Fuga de Deponia. La aventura nos llevará primero a Kuvaq, la ciudad donde habitan Rufus y los personajes de su entorno. Quizá los más relevantes entre ellos sean su resignada ex-novia Toni, su supuesto mejor amigo Wenzel y el pluriempleado Gizmo (quien ejerce tanto de oficial de policía como de bombero y médico, en un curioso tres-en-uno), aunque en la ruinosa ciudad hay otros personajes de menor importancia cuya presencia despertará alguna que otra sonrisa. No obstante, las andanzas de Rufus no se quedarán allí. Su escapada le conducirá hasta los confines del gigantesco basurero que es Deponia, donde tendrá que tratar con personajes estrafalarios y enfrentarse a los diversos rompecabezas que se interponen en su camino. ¿Podrá rescatar a la misteriosa chica? ¿Conseguirá cumplir su deseo y alcanzar finalmente el Elíseo?

Cantautor deponio
La Fuga de Deponia es una aventura gráfica point and click en dos dimensiones. Podríamos dividir el juego en varios segmentos o capítulos, siendo presentado cada uno de ellos por una suerte de cantautor deponio que nos introduce en la acción mediante un hilarante tema musical. Este disparatado personaje ejerce el papel de narrador de la historia, además de ejemplificar a la perfección las pretensiones humorísticas del título. Los vídeos introductorios del cantautor, al igual que el resto de vídeos de La Fuga de Deponia, recuerdan poderosamente el estilo de las animaciones flash, destacando por la expresividad de los personajes y contribuyendo en gran medida a la caracterización de los mismos (otro de los elementos que contribuyen a este aspecto es el magnífico doblaje, del que hablaremos más adelante). A medida que vayamos avanzando en la aventura iremos desbloqueando estos vídeos y podremos acceder a ellos desde el menú principal del juego para visionarlos cuantas veces queramos.

Wenzel
El mimo y el cuidado por el detalle que muestran los personajes y escenarios del juego llega hasta niveles sorprendentes, hasta el punto de que podemos afirmar con rotundidad que La Fuga de Deponia es uno de los juegos de Daedalic con la estética más elaborada. El diseño artístico siempre ha sido uno de los puntos fuertes del estudio, pero en este título han logrado superarse a sí mismos. Pese a que Deponia es un enorme vertedero poblado de residuos, los escenarios del juego resultan tremendamente atractivos y derrochan originalidad y colorido. Repletas de infinidad de detalles y dotadas con ciertas animaciones puntuales que contribuyen a generar la ilusión de que se trata de lugares vivos y llenos de movimiento (una pequeña máquina que aparece volando desde la esquina o un papel arrastrado por el viento), todas y cada una de las localizaciones del juego resultan maravillosas. Uno puede pasarse las horas simplemente observando embobado los detalles que hay en cada escenario.

Respecto al diseño de los personajes, encontramos marcadas diferencias de estilo dependiendo de la procedencia de los mismos. Los habitantes de Deponia se decantan por aspectos más extravagantes, con colores vivos y una heterogénea mezcla de accesorios. Los agentes del Órganon, en cambio, muestran uniformes militares combinados con peculiares mejoras tecnológicas (hay un momento descacharrante del juego en el que se describe con todo lujo de detalles los diversos complementos que forman su inventario). Finalmente, aquellos que proceden del Elíseo destacan por la pulcritud de sus vestimentas futuristas. En general, los diseños de personajes muestran una marcada personalidad. Algunos de ellos pueden obedecer a estereotipos ya conocidos por todos, pero añadiendo siempre algún elemento distintivo que les conecte con el sentido del humor del juego.


El trabajo de Daedalic destaca también por las fantásticas animaciones de los personajes, entre las que podríamos mencionar las expresiones faciales de Rufus (como su ambigua sonrisa, propia de un pillo... o de un pardillo) o los movimientos que realiza nuestro protagonista si dejamos el cursor quieto durante unos instantes (dos palabras: air guitar). Estas animaciones, sumadas al cuidado apartado artístico, hacen que La Fuga de Deponia sea un juego visualmente delicioso.

Por su parte, la banda sonora no llega al mismo nivel de excelencia que el apartado visual, sino que más bien cumple su papel con corrección. El pegadizo tema musical que acompaña al menú principal destaca por encima del resto de composiciones, que por lo general se limitan a acompañar de forma discreta a la acción sin llegar nunca a eclipsarla. En cambio, debemos quitarnos el sombrero ante el soberbio doblaje al castellano. El trabajo de Juan Logar, doblador de Rufus, es encomiable y supera airosamente el reto que supone darle vida (y gracia) a los diálogos del protagonista. Los demás actores de doblaje tampoco se quedan atrás: Rosa Sánchez como Toni y Jesús Alberto Pinillos como Wenzel lo hacen muy bien, pero Abraham Aguilar se merece una mención especial por la voz de Gizmo, quizá el personaje mejor doblado del título.

No obstante, su extraordinaria estética y su fantástico doblaje no deben hacernos olvidar que nos encontramos ante una aventura gráfica. ¿Qué podemos decir de su apartado jugable? Pues en dicho apartado nos encontramos con una de cal y otra de arena. En la parte negativa debemos hablar de la inclusión de algunos puzles en el sentido tradicional del término: minijuegos de tablero cuya resolución no depende tanto de la lógica como del socorrido método de ensayo y error. En algunas ocasiones se trata de desplazar un objeto a través de una retícula teniendo algunas direcciones bloqueadas, en otras de encajar las piezas de un mosaico o de ajustar la dirección de una red de vías. No nos encontraremos muchos minijuegos a lo largo del título, pero éstos no suelen aparecer aislados. Más bien al contrario, pues suelen formar parte de un rompecabezas mayor que debemos solucionar atendiendo a los mecanismos habituales de las aventuras gráficas. Esto puede romper la dinámica del juego, ya que estos puzles de tablero no están tan pulidos ni resultan tan divertidos como el resto de desafíos point and click que resolveremos recurriendo tanto a nuestro inventario como a nuestro ingenio. Afortunadamente, todos estos minijuegos pueden saltarse si el jugador lo desea. De hecho, algunos de ellos pueden resultar tan desesperantes que casi invitan a ello.


Dejando un lado este pequeño aspecto negativo, el resto del juego funciona correctamente. Contamos con un inventario (al que podemos acceder mediante la rueda del ratón con gran comodidad), podemos combinar diversos objetos y tendremos que observar atentamente los escenarios para avanzar en la historia, como es habitual en cualquier otra aventura gráfica. Las situaciones que plantea el juego son por lo general disparatadas, pero suelen solucionarse de forma intuitiva. Al tratarse de una aventura de humor absurdo nos encontraremos ciertos rompecabezas cuya solución demandará una lógica particular, pero ninguno de ellos resultará especialmente complicado.

Aunque no disponemos de ningún sistema de ayuda, los diálogos de los personajes y la observación del inventario ofrecen pistas más que suficientes para resolver muchos de los desafíos. Por ejemplo, si debemos reunir una serie de elementos para elaborar cierto objeto, nos proporcionarán una lista que permanecerá en nuestro inventario. La observación de la lista, así como las preguntas que hagamos a los personajes sobre ella, nos darán muchas indicaciones acerca de cómo conseguir los elementos que necesitamos. Daedalic ha optado por la sutileza a la hora de proporcionar pistas en lugar de haber elegido un sistema de ayudas más burdo que habría hecho que la experiencia de juego fuese mucho menos fluida.

Resolver los desafíos que nos propone La Fuga de Deponia no debería resultar complicado. Cada vez que comenzamos un nuevo capítulo, nuestro inventario se vacía por completo, eliminando de esta manera cualquier objeto que pudiese distraernos de las soluciones que necesitamos en cada escenario concreto. Por lo tanto, nunca llegaremos a tener un inventario demasiado extenso. Esto reducirá el impulso de recurrir a combinar objetos compulsivamente hasta dar con algo nuevo cuando nos quedemos sin ideas. Parece que el estudio alemán ha intentado reducir todo lo posible el uso del método de ensayo y error por parte del jugador, aunque seguirá estando presente en los minijuegos anteriormente mencionados y será también necesario para ajustar los requerimientos de ciertas partes del juego (el gran rompecabezas que es la oficina de correos de Kuvaq es una buena muestra de ello). El resto de situaciones se resolverá con una juiciosa aplicación de la observación, la memoria y el razonamiento.

La Fuga de Deponia es, en definitiva, un título fácil. Los aventureros más curtidos no tendrán muchos problemas en completarlo con rapidez y difícilmente se quedarán atascados. Por otro lado, eso también lo hace adecuado para todos aquellos poco habituados al género o que busquen una aventura ligera que no les suponga demasiados quebraderos de cabeza. Nos encontramos ante un juego bastante accesible y, por tanto, también ante una buena manera de adentrarse en las aventuras gráficas por primera vez. De cualquier modo, tanto jugadores veteranos como recién llegados encontrarán motivos para probar La Fuga de Deponia. La obra de Daedalic no supone ningún avance ni novedad dentro de su género, pero se trata de una aventura entretenida, graciosa y con un impresionante apartado artístico.


A pesar de todo, la naturaleza de primera parte de una trilogía del título supone uno de sus principales inconvenientes. Al dividir la trama entre tres juegos, su desarrollo argumental se ve bastante resentido. La sensación que deja La Fuga de Deponia es que, pese a que tenemos que resolver muchos rompecabezas, la trama avanza más bien poco. El argumento pivota continuamente alrededor de la chica elísea con la que nos encontramos al principio, pero no es hasta el último segmento del juego cuando empieza a mostrar todo su potencial. Es en ese momento cuando los comentarios de Rufus acerca de su padre (quien le dejó abandonado en Deponia para escapar hacia el Elíseo años atrás) comienzan a cobrar sentido y cuando descubrimos qué es el Elíseo y qué relación tiene con Deponia en realidad. Paradójicamente, este último segmento resulta algo atropellado en comparación con la lentitud con la que ha avanzado la historia a lo largo del resto del juego. Por tanto, el conjunto final se queda algo desequilibrado. El argumento tiene sin duda un gran potencial, pero Daedalic ha tenido que estirarlo demasiado para que pudiese abarcar la totalidad de la trilogía.

Aclaremos, no obstante, que el final de este primer capítulo tiene cierto aire autoconclusivo. Si bien deja muchas incógnitas en el aire, La Fuga de Deponia es un juego que puede comprenderse en su totalidad por sí mismo. Si bien debemos tener en cuenta que se trata de un final abierto que prepara las líneas maestras que seguirá el argumento de sus secuelas, proporciona la necesaria sensación de conclusión que todo final debe aportar al jugador. Es posible que hubiese sido más adecuado concluir el juego con un cliffhanger, siguiendo la moda imperante en otros medios como la televisión, pero el trabajo de Daedalic consigue despertar suficiente interés como para querer lanzarse a por los dos próximos juegos de la trilogía de Deponia.

Los chascarrillos y los comentarios humorísticos cobran una importancia esencial si consideramos que el argumento del primer juego de la trilogía avanza más bien poco, pues son ellos los encargados de proporcionar la nota de color y la motivación extra que requieren unos rompecabezas cuya resolución no parece acercarnos demasiado a las diversas cuestiones que nos plantea el lento discurrir del juego. La risa es la única justificación de muchas de las escenas con las que nos encontramos. Quizá su intención no va más allá de estirar la historia y alargar la duración de la aventura, pero la intención de hacer reír al jugador siempre es de agradecer. Ya veremos si las siguientes entregas consiguen mejorar este aspecto o si vuelven a recurrir al humor para enmascarar una historia alargada de forma artificial.

Algunos de los momentos cómicos de La Fuga de Deponia son deliberadamente absurdos y chocantes y se basan en los golpes, caídas, destrozos y explosiones, mientras que otros recaen sobre los exagerados diálogos de los personajes (momentos de gran lucimiento para los dobladores). Las referencias a la alergia de Rufus a las tareas de limpieza, a su singular forma de entender el altruismo o a su afición a volar cosas por los aires son muy frecuentes durante la aventura, siendo los temas más recurrentes de los chistes. Puede que algunos jugadores las encuentren algo cansinas, pero parece imposible no dejar escapar una carcajada tras oír por primera vez alguna de las muchas burradas que salen de la boca de nuestro protagonista. Este sentido del humor macarra y excesivo está presente desde el mismísimo inicio del juego, en el que nos encontramos un tutorial que parece más empeñado en hacernos reír que en presentarnos la mecánica del título.


En resumen, La Fuga de Deponia es una aventura entretenida y con mucho sentido del humor. Tiene algunos pequeños detalles negativos, como la poco acertada inclusión de minijuegos o el hecho de que la historia avance con demasiada lentitud. Sin embargo, estos inconvenientes menores no estropean la experiencia de juego. Este título de Daedalic no será recordado por ser especialmente innovador, aunque sin duda su apartado estético permanecerá en nuestra memoria por largo tiempo. El precioso diseño artístico es uno de sus puntos fuertes junto al genial doblaje al castellano, el cual no podemos dejar de alabar por su gran calidad. La dificultad de La Fuga de Deponia no es elevada, aunque esto no es necesariamente negativo: se trata de un juego accesible a todo tipo de jugadores, incluso a aquellos que no estén habituados a jugar aventuras gráficas. Para los aventureros veteranos puede resultar un bocado demasiado pequeño, pero también muy apetecible. Si bien quizá no la carcajada, la sonrisa al menos está asegurada gracias al delirante humor del que hace gala el estudio alemán. Si a esto le sumamos el hecho de que el juego ha sido distribuido en nuestro país por FX Interactive siguiendo su estupenda política de precios, no podemos hacer más que recomendarlo. La Fuga de Deponia merece ser jugado y disfrutado.

Nosotros no sólo lo hemos disfrutado, sino que también nos hemos quedado con muchas ganas de saber cómo continúan las andanzas del bueno de Rufus.

Análisis escrito por Okubo


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